El deporte abraza a Bahía Blanca: voces e historias de la resistencia a la catástrofe
La ciudad tiembla, pero la solidaridad argentina la cobija. Los locales Franco Pennacchiotti y Hernán Jasen, junto a Carlos Mungo, entrenador de Villa Mitre, narran y detallan la crisis que combaten con sus cuerpos.

Encima de la mesa de luz, al lado de la cama en la que descansa, reposa un teléfono de repuesto, que no acumula mensajes, pero acepta llamadas. Cuando suena, interrumpe la siesta de Carlos Mungo. “Ponemos el cuerpo para ayudar a la gente que lo necesita”, ablanda sentimientos el director técnico de fútbol de Villa Mitre. Su casa es una excepción. El agua no la violó. Sin embargo, perdió por proteger a los que perdieron todo: colaborando con la evacuación de un geriátrico céntrico (seis víctimas mortales de la hecatombe son adultos mayores), la correntada le arrebató su celular y le quitó sus zapatillas. Por suerte, ninguna catástrofe tendrá potencia para doblegar su fuerza. Antes de cerrar los ojos y pausar la mente, el hombre de 52 años había entrenado a su equipo y colaborado repartiendo mercadería y colchones. Al cortar la charla, saldrá a“ver en que se puede dar una mano”.
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Empapada, Bahía Blanca tiembla y el deporte la abraza. Franco Pennacchiotti, pívot del Tricolor, cruzó a Mungo distribuyendo pañales y agua, mientras, junto a sus compañeros, luego de practicar, fueron a contribuir con las donaciones que arribaban y arribarán. El altruismo estremece. “La asistencia está llegando. Es emocionante ver cómo se ha movido la gente para cobijarse. Desde los más chicos hasta los más grandes, está lleno de personas trabajando”, ilustra el mandamás del conjunto que milita en el Federal A. “El playero, medio pasado de rosca, me dice: ‘Yo tendría que estar sacando baldes de mi hogar, pero estoy cargando nafta. Mirá lo que esto…’ Había una fila de treinta autos, en una estación chiquita”, rescata de la crisis, con capacidad para tensionar los músculos y erizar la piel, el máximo anotador de la Liga Argentina de Basquet.
El viernes 7 de marzo arreciaron -en pocas horas- 290 milímetros de agua en Bahía Blanca, es decir, en un día llovió lo que habitualmente se registra en seis meses, según el Servicio Meteorológico Nacional. La velocidad de las precipitaciones (“nunca se había registrado un fenómeno tan extremo”, precisó José Luis Stella, meteorólogo del SMN, en diálogo con Infobae), desbordó el canal Maldonado y el arroyo Napostá, que atraviesa las calles, mayormente entubado. Llovido sobre mojado: la urbe se sitúa en la cuenca del Napostá. “Bahía está, literalmente, en un pozo. Por eso, el agua va para el centro”, grafica el extenista Guido Pella, ganador de la Copa Davis 2016.
En la zona más afectada, se erige la vivienda de Hernán Jasen. “Ingresaron entre 50 y 60 centímetros de agua. Los electrodomésticos se mojaron, los muebles flotaron y los autos fueron arrastrados por el ímpetu del torrente”, relata el alero que disputó 44 partidos con la Selección Argentina y alcanzó el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Con la precisión que exige un triple, ejemplifica la pena: “La crudeza de la naturaleza te pega, con mayor brutalidad, en el momento en el que sacas artículos que ya no te sirven de tu casa y otra gente se la lleva porque ha sido despojada de mucho más”.
“Los clubes, además de ser un espacio de contención maravilloso en los días alegres, son los primeros que están en las desgracias”, valora Mungo, en alusión a la campaña de recepción y de reparto de donaciones que es bandera en Villa Mitre. En definitiva, el club, tanto como un grupo de personas, ampara al desprotegido y el desprotegido ampara al club. “Más allá de las campañas, los vecinos responden, son muchos los que se sienten parte y dan una mano para mitigar los deterioros”, saca pecho Jasen, profesor en las inferiores de Leandro N. Alem, cuyas dos canchas de parquet fueron tapadas por el barro y secadas por los socios.
Los números son crudos: 16 víctimas mortales y cientos de evacuados. Entonces, el socorro. Entonces, el deporte y los deportistas. El lema “Bahía nos necesita”, que se expande hasta lo inconmensurable, es sinónimo de humanismo. Mencionar a los clubes y a las asociaciones, inevitablemente, derivaría en marginar voluntarios. Fueron muchos, todos o casi todos, de diminutos a inabarcables, los que colaboraron. Además, hay otra rama ineludible: los atletas, asignatura de orgullo para la comunidad bahiense. En medio de mareas de mensajes de aliento de ídolos nacionales (con Lionel Messi a la vanguardia), los locales se organizaron mediante un grupo de Whatsapp -integrado por Pepe Sánchez, Lautaro Martínez y Germán Pezzella, etc- e hicieron campaña junto a la Fundación Si. “Las últimas interacciones eran de Feliz Navidad o saludando por un cumpleaños. Y de golpe pusimos: ‘Chicos, ¿qué hacemos?”, pormenoriza Pella. La respuesta fue inmediata. En sus redes sociales, Emanuel Ginóbili, símbolo entre los símbolos criollos y líder de la Generación Dorada, llama al auxilio: “Hay gente que perdió todo, gente que murió y gente que no se sabe dónde está (al menos 100, confirmó el fiscal general de la ciudad, Juan Pablo Fernandez). Si se lo pueden permitir, hay que aportar para que el pueblo se levante”.
El intendente, Federico Susbielles, afirmó que al menos el 70% de la ciudadanía fue afectada por el aguacero. Es el dato que inquieta a Mungo: “La solidaridad es imprescindible, pero los perjuicios infraestructurales no se arreglan en dos días. Cuando dejemos de ser noticia, es responsabilidad del gobierno, de cualquier estrato, ayudar a los damnificados… Hay personas cuya vivienda se estropeó entera”, alerta el nacido en Bella Vista. En el clima de “posguerra”, definición del DT de Olimpo, Gastón Lotito, las consecuencias no son únicamente materiales. Jasen, padre de un niño de 11 años y rutinario seguidor de las alertas meteorológicas, teme por los pequeños: “Después de la tormenta de diciembre de 2023 (rafagas de hasta 150 kilometros por hora provocaron 13 fallecidos), muchos chicos no querían venir a los entrenamientos o lo hacían con temor. Es lógico. Tenemos que sostenerlos porque no pueden vivir con miedo”.

A la par del transitar del camión benéfico que conduce el excorredor Marcos Di Palma, quien partió desde Arrecifes y recorrerá más de 700 kilómetros reuniendo mercadería, la crisis mengua. El reloj no frena. La vida continua. El Villero, con Pennacchiotti en el poste bajo, podría jugar los octavos de final de la Liga Argentina de Básquet el lunes; en tanto, Mungo se parará en la línea de cal el sábado, cuando sus aconsejados visiten a Santamarina de Tandil por la fecha apertura del Federal. Nuevamente, el deporte será un rayo de sol entre la humedad. Y una caricia al corazón, porque siempre que llovió, paró.
Puedes donar dinero en los alias: BAHIAXBAHIA (Municipalidad de Bahía Blanca) o en DONAFUNDACIONSI (Fundación Sí).
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