Una gran noticia mas para nuestro Proyecto Argentinos al Aconcagua.

Ahí nomás hablé con el guía de la expedición (íbamos con una empresa de Buenos Aires, Argentina Extrema) a ver si mi sueño era muy loco o podía llegar a ser real. La verdad que no me dijo que sí, pero tampoco que no… Por eso encaré la preparación. Todo el 2017 con la misma empresa hice varios viajes a distintas montañas con un poco más de dificultad para ganar experiencia… porque la que tenía era casi nada. Fuimos a Vallecitos en Mendoza, al Volcán San Francisco en Catamarca y al nevado de Chañi en Jujuy.
Ya con esas tres fui ganando un poco más de experiencia en lo que es altura, cómo se sentía mi cuerpo, la resistencia, etcétera.
Yo acá me dedicaba a correr, así que hablé con mi entrenador, Radamez González Tamayo, y adecuamos el entrenamiento para la montaña. Trabajamos más en fuerza y resistencia, que en velocidad que era lo que venía haciendo y más me gustaba.
Y así nomás se pasó el año y llegó la gran fecha: el 3 de enero de este año partí para Mendoza con mi mochila y mi bolso mulero.
Ahí me encontré con los demás miembros de la expedición, cinco en total, más el guía Roger Cangiani (con nuestra primer cumbre, él alcanzó su número 28).
Hicimos la ruta normal. En principio nos registramos en el Parque Provincial Aconcagua para hacer una ruta que se llama 360. Pero como el clima no nos acompañó en la expedición, priorizamos la cumbre e hicimos la ruta normal. ¡Tras dieciséis días de aclimatación, logramos la cumbre!
Realmente fue una exigencia extrema, pero el resultado más que positivo. La aclimatación fue fundamental para el éxito de la cumbre. Hicimos primera noche en Puente Inca, después Campamento Confluencia, un trek hasta Plaza Francia para aclimatar, después Campamento en Plaza de Mulas y de ahí ya a los campamentos de altura. Primero dos noches en Canadá y después cinco en Nido de Cóndores con ascensos a Berlín para aclimatar.
Fuimos avanzando de campamento por 16 días y largamos cumbre desde Nido de Cóndores. Generalmente se hace cumbre desde más arriba, Berlín o Cólera, pero los fuertes vientos y nevadas no nos dejaron poder armar el campamento más arriba. Eso implicó un día de cumbre larguísimo. Salimos a las doce de la noche del día 18 e hicimos cumbre recién a las 15,30 horas. Y luego nos vinieron unas seis horas más de bajada de regreso al campamento. Yo, más que feliz y un sueño más que impensado hace un tiempo atrás“.